Como toda estación ajena a tus encuentros
para bien regocijarse al otro lado, donde algo
arenas para esconder un atajo
retroceder y la sal en todos los vasos
y la herida que jamás nos recupera
horas perdidas
en el abismo que me abren tus labios
como la flor secreta que arrastra todo límite
van cayendo las noches como ventanas cerradas
escombros para tejer una sombra
lejos, detrás de esa brillante claridad
incandescente