vértigo

en este callejón vertiginoso
que tejo en los desbordes de un quizás
haré de lo que queda un espejismo
con toda esta mirada entre lo hallado
debajo de una piedra
entre lo escrito...
ayúdame a cerrar este despacio
y así morder, sediento, este minuto
cada lengua raspa una vereda
y no hay ninguno
que sepa acomodar toda la ausencia
vertida y subvertida lentamente
en gotas de una lluvia que partió

al filo de algo

pretendes ceder al filo de lo inverso
mientras mueves tu cuerpo
al lugar adecuado
nadie escupe más ansias ni hay un dedo
en tu vientre
callarás lo lejano de la antigua ventana
a la vez que dilatas el espejo detrás
de la ubicua mirada en tu vaso de sed

intentas acercar esa vela inmanente
y ya nadie responde a lo que hubo
y se fue
es más fácil quitar el silencio a las puertas
que dejaras abiertas
para luego volver
la eternidad extinguida
de esta vértebra rota
se retuerce toda en ti
bajo, dentro, cerca
en ti
habremos de manejar esa música extraña
esos lentos latidos de una mueca casual
por debajo del tiempo
sobre un negro animal
como un ciego acertijo
romperás todo intento...

a lo lejos... una huida colgada del muro
de una verja, de un ruido, un llover...

desde el balcón

veré llegar estos ecos
que tantos ratos nos dieron
y habrás dejado escondida
tu sombra
bajo la almohada
de lejos los viejos barcos
esperan nuevas partidas
en muelles que nunca abarcaron
suficiente distancia para ser...
acaso el agónico desvarío
me hará desear el inasible
rumor de un estar tan así
en el extravío insano
de un frío desdén del tiempo
en la mueca congelada
de un callar en pleno vacío
y atestar los golpes que tomaste
para nunca más regresar
desde allá hasta lo que será

tendido en la frontera de una piel
me confundo lentamente
y con olvido
en el pálido revés de mi balcón